Muchos traders e inversores se han hecho alguna vez la pregunta que da título a este post. Y es que el funcionamiento de los mercados financieros no deja de tener algunos puntos oscuros o difíciles de comprender, que se escapan a la lógica y que reposan en tecnicismos… Seguramente, el más típico y que está más de moda en los últimos tiempos es el del high frecuency trading, que dejaremos para otro post.
Ahora tratemos de dar respuesta a la pregunta de este artículo.
Índices de contado
Un índice bursátil normal, como el Ibex 35, el CAC 40, el Eurostoxx 50, el Dow Jones o el Nikkei, ofrece una cotización en puntos que responde a la evolución de la capitalización de las empresas que lo componen.
Por ir a un ejemplo concreto con números redondos. En el Ibex 35 cotizan 35 empresas. Supongamos que el sumatorio de la capitalización bursátil de todas ellas es de 700.000 millones de €. La capitalización bursátil es distinta del valor de mercado de una empresa, ya que puede ocurrir (y de hecho, es muy típico), que sólo un porcentaje de la compañía cotice en Bolsa. Por ejemplo, la capitalización del Banco Santander es sólo una parte del valor total de la compañía.
Pero volviendo a la idea central y utilizando al Banco Santander. Supongamos que la capitalización bursátil del Santander es de 50.000 millones de €, sobre un total de 700.000 millones de € del conjunto del índice. Esto representa un 7,15%. Imaginemos también que el Ibex cotiza a 11.000 puntos. Y ahora, por último, imaginemos que las acciones del Santander suben un día un 3%.
Pues bien. De los 11.000 puntos a los que cotiza el Ibex, el 7,15% los aporta Santander: es decir, 787. Si las acciones de Santander suben un 3%, Santander le estaría aportando al índice 23,6 puntos. De esta forma, con las variaciones de todos los valores se compondría instantáneamente el índice.
Índices de futuro
Vayamos ahora a los futuros, que son derivados financieros independientes. Comprando un futuro del Ibex estoy convirtiéndome en una suerte de accionista del selectivo por un tiempo concreto (hasta el vencimiento), ajustando las previsiones sobre todos los dividendos a repartir durante ese período (que no cobraré teniendo el futuro), y teniendo en cuenta también el efecto de los tipos de interés. Es decir: un futuro es una especie de previsión de dónde estará el índice de contado en la fecha de vencimiento del mismo, considerando todas las cuestiones previsibles.
De ahí que la correlación entre ambos tipos de índices sea muy estrecha, pese a ser activos totalmente independientes (de hecho, el índice de contado no es un activo, al no poderse comprar ni vender).
Coyunturalmente pueden aparecer distanciamientos artificiales, derivados de la oferta y demanda de los propios futuros sobre el índice. Pero quien más peso tiene a la hora de determinar la cotización de los futuros es el comportamiento de las acciones que componen el índice real o de contado. De tal forma que es el índice de futuros el que se va amoldando a los movimientos del índice de contado, que a su vez, responde a las variaciones de todas las empresas que lo forman.