Como vas a descubrir si lees este artículo, el ratio de autonomía financiera es fácil de calcular y te aporta información útil sobre la empresa en la que pretendes invertir. Sin embargo, es necesario que conozcas bien este indicador, como interpretarlo y cuál puede ser un valor óptimo.
Estas cuestiones son las que precisamente vamos a tratar a continuación. Vamos a sumergirnos en el mundo de las finanzas corporativas con el fin de que puedas mejorar la calidad de tus análisis fundamentales y seas capaz de tomar mejores decisiones de inversión.
¿Qué es el ratio de autonomía financiera?
Como su nombre indica, el ratio de autonomía financiera es un indicador empresarial que evalúa la solidez de una empresa. Para ser más exactos, mide la capacidad que tiene la compañía para cubrir los costes de su actividad con los propios recursos.
Como todos los ratios, es una relación entre dos variables. En este caso, enfrenta las siguientes partidas del balance:
- Fondos Propios: son los recursos financieros que proceden de las aportaciones de los socios y de los beneficios que tiene la sociedad. En otras palabras, se trata del capital y las reservas que tiene la empresa.
- Pasivo Total: es el conjunto de deudas que tiene la empresa. Incluye las obligaciones de pago a largo plazo y a corto plazo. La cuestión es que los Fondos Propios también forman parte del pasivo empresarial, puesto que contribuyen a financiar la actividad de la empresa. Sin embargo, se trata de un “pasivo no exigible” (no constituye ninguna obligación de pago).
La fórmula para calcular el ratio de autonomía financiera es la siguiente:
Ratio de Autonomía Financiera: Recursos Propios / Total Activo X 100
Como puedes comprobar, este indicador nos informa acerca de en qué porcentaje la empresa se financia con sus propios recursos, sin depender de terceros (es decir, autonomía). Si, por ejemplo, la empresa tiene que solicitar un préstamo bancario, su ratio de endeudamiento disminuiría.
¿Cómo interpretar el ratio de autonomía financiera?
En principio, el ratio de autonomía financiera entra dentro de la categoría de “ratios de endeudamiento”. Este tipo de ratios se utilizan para medir la cantidad y calidad de la deuda. Así pues, nos indican si la carga financiera de la empresa es sostenible.
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En este caso concreto, el ratio nos informa si la firma tiene una alta dependencia de terceros para financiarse. Así pues, cuanto menor sea el ratio, le resultará más dificultoso negociar nuevas deudas.
Por otra parte, un ratio de endeudamiento elevado pone de manifiesto la capacidad que tiene la firma para conseguir beneficios y acumular reservas; así como su volumen de capital. Como puedes imaginar, es signo de fortaleza e independencia financiera.
Si la empresa tuviese que recurrir a deuda externa, por ejemplo para cubrir un nuevo proyecto de expansión, lo tendría más sencillo si tuviese un buen ratio de autonomía financiera.
Por el contrario, un reducido ratio de autonomía financiera puede ser signo de que la empresa se encuentra sobreendeudada o que no tiene capacidad para conseguir capital y/o reservas para ejercer su trabajo.
¿Cuál es el valor óptimo?
A decir verdad, es difícil hablar de un porcentaje determinado; depende mucho del contexto, el sector en el que opera y otras variables. En todo caso, un valor del 100% significa que la empresa no tiene deudas externas. Es decir, se financia íntegramente con sus propios recursos. Este sería el valor ideal.
No obstante, la mayoría de las empresas requieren de acreedores externos para el buen desarrollo de su actividad.
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Muy pocas compañías son capaces de autofinanciarse al 100%. Tener deuda externa no es malo por sí mismo, siempre y cuando no sea excesiva, la empresa pueda hacer frente a sus obligaciones y la deuda sea de buena calidad (por ejemplo, para comprar activos que le generen un mayor rendimiento).
Ahora bien, si la empresa tiene más recursos propios que deudas externas, este ratio superará el 50%. Así pues, en términos generales, a partir de un 60% puede considerarse que la empresa tiene un buen ratio de autonomía financiera.
Si supera este porcentaje, también puede entenderse que no se apalanca con deuda y, por consiguiente, no explota del todo su potencial.
Del mismo modo, si este ratio se encuentra por debajo del 30%, es signo de debilidad: un 70% de su financiación proviene de fuentes externas.
De cualquier modo, para analizar el valor óptimo del ratio de autonomía financiera es necesario contrastar la cifra con datos del pasado (para ver la evolución). Del mismo modo, también es necesario observar cómo se encuentra el ratio de autonomía financiera en las principales empresas competidoras y cuál es la media del sector.